Coplas por la muerte de su padre. Jorge Manrique / Paco Ibañez.
I 
Recuerde el alma dormida, 
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado 
fue mejor.
V
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos; 
así que cuando morimos, 
descansamos.
XIII 
Los placeres y dulzores 
de esta vida trabajada 
que tenemos, 
no son sino corredores, 
y la muerte, la celada 
en que caemos. 
No mirando a nuestro daño, 
corremos a rienda suelta 
sin parar; 
desque vemos el engaño 
y queremos dar la vuelta 
no hay lugar.
XIV 
Esos reyes poderosos 
que vemos por escrituras 
ya pasadas 
con casos tristes, llorosos, 
fueron sus buenas venturas 
trastornadas; 
así, que no hay cosa fuerte, 
que a papas y emperadores 
y prelados, 
así los trata la muerte 
como a los pobres pastores 
de ganados. 
       
XXXIII 
Después de puesta la vida 
tantas veces por su ley 
al tablero; 
después de tan bien servida 
la corona de su rey 
verdadero; 
después de tanta hazaña 
a que no puede bastar 
cuenta cierta, 
en la su villa de Ocaña 
vino la Muerte a llamar 
a su puerta
XXXIV 
diciendo: "Buen caballero, 
dejad el mundo engañoso 
y sus halagos; 
vuestro corazón de acero 
muestre su esfuerzo famoso 
en este trago; 
y pues de vida y salud 
hicisteis tan poca cuenta 
por la fama; 
esfuércese la virtud 
para sufrir esta afrenta 
que os llama".
XL 
Así, con tal entender, 
todos sentidos humanos 
conservados, 
cercado de su mujer 
y de sus hijos y hermanos 
y criados, 
dio el alma a Quien se la dio 
(la cual la dio en el cielo 
en su gloria), 
y aunque la vida perdió, 
dejónos harto consuelo 
su memoria.
 
       
		
1 comentario
Dinosaurio -
Un beso.