27 de septiembre de 1.975, IN MEMORIAM.
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Hoy amaneció lluvioso y triste después de una noche tenebrosa. Es una mañana gris, con ese color de plomo fundido como el de las balas asesinas.
Subía por la calle Cartagena, rumiando mis peores sentimientos, y recogí una pequeña piedra (que aún conservo) en la que escribí los cinco nombres de los muchachos que acababan de fusilar aquel amanecer aciago, cinco vidas segadas sin el más mínimo atisbo de misericordia, sólo para “dar un escarmiento”.
Llegué a mi trabajo en la calle Cinca y me senté a codificar aquel estudio de mercado que me parecía tan técnicamente interesante y luego resulta que sirvió para despedir a obreros de la Standard. A mi lado, Carmen B. lloraba desconsoladamente. Todos menos una persona descargamos la presión que se respiraba en el ambiente, y nos oprimía el pecho, llorando. A la puerta estaba una lechera de los grises esperando ordenes para reprimir la más mínima muestra de solidaridad, por nuestra parte, con los compañeros asesinados para llevarnos a la terrorífica D.G.S. porque éramos un “nido de rojos”.
Mientras, a las 11 de la mañana, los niños del “kindergarden” del chalet de al lado, cantaban en el patio, rubios, impecables, con sus mamás guapas, ricas, impecables, temerosas de Dios, sonriendo a la vida, modelos de posteriores ex -primeras damas de ex -presidentes de gobierno que aún no eran demócratas. Eran las “ejemplares” mamás de la Colonia del Viso de Madrid.
Hoy, treinta años después, a pesar de la pérdida de la memoria histórica por parte de mucha gente (algunas Asociaciones del ramo incluidas), sigo pensando en aquella mañana y no puedo evitar un estremecimiento, porque sigo teniendo grabadas en mi retina las imágenes de los cinco compañeros asesinados como el último coletazo de una dictadura y un dictador moribundo que quiso dejar el poder como lo tomó: ensangrentado, y quiso dejar todo “atado y bien atado”, la vida y la muerte de inocentes chivos expiatorios. Su juego de muerte y de venganza se cumplió inexorable y atroz a pesar de las protestas internacionales, a pesar de la intercesión del mismísimo Papa de Roma, Pablo VI (tachado de “rojo” por los ultras) que intercedió para que aquél burdo simulacro de juicio y atropello de los derechos humanos no consumara sus consecuencias.
Esta carta hubiera sido considerada entonces como terrorismo y yo habría sido detenida por escribirla. Gracias a la lucha de mucha gente (que se ha ido quedando en el camino) y al sacrificio de aquellos compañeros fusilados, hoy puede ser un homenaje democrático y libre a:
José Humberto Baena Alonso (23 años),
José Luis Sánchez Bravo (20 años),
Ramón García Sanz (27 años),
Ángel Otaegui Echeverría,
Juan Paredes Manot (21 años).
IN MEMORIAM.
Ana Roncero.
Ávila, 27 de septiembre de 2.005.
Publicado en Ávila Red el 28/9/05.
Publicado en Ávila Digital el 29/9/05.
1 comentario
Dinosaurio -
Pero tú no olvidas y nos vas recordando las cosas.
Gracias.
Un beso.