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LA PIEDRA DEL MEDIODÍA

Siberias nevadas.

Siberias nevadas.

Mañana a las 7:30 en el café Comercial, con el Informaciones debajo del brazo.

Llego apurada, entro corriendo buscando al compañero de cita. En cinco mesas, varias personas de diferentes edades tienen el diario de marras: unos lo están leyendo, otros lo tienen doblado junto a la taza de café. ¿Quién será el (maldito) contacto entre tantos posibles? ¿Qué hago? ¿A quién me dirijo? ¿Mira que si piensan que estoy loca?
De modo que se me ocurre una idea: me acerco hasta el mostrador y, con voz fuerte y destemplada por lo intempestivo de la hora, le digo al camarero:

-¡Las montañas tienen poca nieve este año!

Como si se hubiera disparado un resorte oculto en alguna parte, todos los ojos, incluido el del camarero, se clavan en mí con cara de perplejidad, lástima y preocupación por la pobre loca del poncho verde y marrón que alborotaba a aquellas horas de la madrugada.

-¡Pobrecilla, tan joven! – era el pensamiento que se refleja en las desoladas expresiones de sus rostros, todos sospechosos.

Antes de que alguien reaccione salgo, escopetada, a la calle y enfilo hacia el drugstore de Fuencarral donde me siento en una mesa y pido un café guardando el Informaciones debajo del poncho mientras maldigo al responsable de célula (¡valiente cretino!) al que se le ha ocurrido la … puñetera consigna.
Aún no he empezado el café, cuando alguien a mi lado me susurra:

-Sólo en Siberia dura todo el año.
-¡Maldita sea tu estampa y la del … guionista! – le grito, dando un bote, sin poder contenerme hasta que casi se cae de culo en la silla de enfrente a la mía.
-Cálmate, mujer, cálmate, es que llegué tarde y te oí cuando estaba entrando al Comercial. Si casi me atropellas de lo cabreada que salías …

¡Ay, Señor, Señor …! ¡Aquello eran contraseñas y no las de Internet! Las consignas de las citas de la clandestinidad deberían figurar en el Museo del Absurdo a pesar de que, desde luego, dan mil vueltas a los guionistas actuales. Pero entonces, cuando nos jugábamos el físico … ¡maldita la gracia que nos hacían!

Ana Roncero.

4 comentarios

Ana -

Os deseo tambien lo mejor para estas fiestas y el 2008.
Muchos abrazos a todos.

Dinosaurio -

Que tengas felices días y un buen año que viene.
Besos.

Hannah -

Un relato vivo y divertido que -ya sea real o no- me ha hecho evocar situaciones de otros tiempos... Un gran placer leerte, Ana.
Un abrazo muy fuerte
Hannah

Dinosaurio -

¡Ja, ja, ja, ja! Muy bueno. Es verdad que aquello era tremendo. Menos mal que ahora lo podemos contar jocosamente.
Un beso.