Blogia
LA PIEDRA DEL MEDIODÍA

Septiembre.

Septiembre.

http://www.diputacionavila.es/medio-ambiente/alimentos/?manzanas

 

Sentada en el peñasco, llevaba días mirando la hermosura de aquel fruto, esperando a que el sol madurase su color del verde al dorado y del rojo al rosado. Aunque hubiese que esperar, por nada del mundo se arrancaba del árbol durante el mágico proceso en el que se transformaba en la rama más alta al sol de la tarde. Te entretenías comiendo garbanzos verdes, ciruelas, intentando encontrar un trébol de cuatro hojas, viendo pasar por la carretera a los arrieros con sus cargas de uvas, de higos jugosos, de melocotones pelusones de las villas sureñas de la Sierra. Saludaban a mi padre, liaban unos cigarros junto a la pared, charlaban un rato y seguían camino.

 

Mientras septiembre agonizaba con el sol cada vez menos fuerte y oblicuo, mis verdedoncellas se volvían cada vez más olorosas. Tú también te habías enamorado de ellas y cantabas alegre y sinvergüenza todas las tardes, por eso pensé que tenías tu nido entre las ramas. Pero aquel sábado, cuando llegamos a los Ribazos y fui al peñasco, mi manzana verdedoncella yacía en el suelo, entre la yerba. Con sólo darle la vuelta descubrí que tú no habías resistido tampoco su hermosa frescura y la habías picoteado hasta hacer un agujero tan profundo que se veían las pipas, casi negras.

 

La lavé en la poza, donde danzaba un aclara-aguas, y comí la mitad que me habías dejado, no quise dejarte el placer para ti solo, yo también la quería. Sembré sus semillas al lado del peñasco, pero nunca salió un manzano, ni siquiera al calor del sol de aquellos años.

Ana Roncero.

3 comentarios

Alien -

A ver si te animas y nos cuentas más cosas, chica.

Dinosaurio -

Muy bueno, Ana. Es un relato lleno de sensibilidad y sensualidad, evocador y fresco.
Un beso.

En el camino -

A mi no me gusta mucho la fruta porque soy un troglodita. Pero si tú lo dices ...