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LA PIEDRA DEL MEDIODÍA

Palabras para el olvido.

Palabras para el olvido.

http://www.laneta.apc.org/sclc/sociales/muje2000.htm 

Recordando a todas las víctimas que han dejado su vida en el camino, me vienen a la memoria los versos de José Agustín Goytisolo en su poema “Palabras para Julia”:

Te sentirás acorralada,

te sentirás perdida o sola,

tal vez querrás no haber nacido. 

Cuando sus pensamientos eran los más negros, el pájaro de la violencia cayó sobre ellas para acallárselos y su muerte, o su vida mutilada, herida, se convirtieron en un frío número más en las estadísticas. Una, dos, cientos de mujeres sin nombre, marcados a fuego por la brutalidad inhumana.

Desde el cómodo asiento de un despacho, analizando datos, haciendo demagogia, pregonando igualdad, es fácil discutir sobre el tema, decir que somos los mejores diseñando protocolos de salón que no sirven de nada frente al terrorismo soterrado que se ejerce contra todas esas personas y su entorno. Son cientos de víctimas muertas y cientos de represaliadas vivas con secuelas aterradoras.

También hay mujeres maltratadoras y acosadoras, es verdad: una de cada cien mil casos… También hay altos cargos, de cualquier partido político, que son maltratadores, algunos apoyados por expresidentas consortes. Pero no es cuestión de cantidad ni de calidad. Debemos estar contra el maltrato en sí mismo, venga de donde venga y se ejerza contra quien se ejerza. Es sólo que, hasta ahora, mujeres, niños y ancianos siguen siendo los más frágiles.

Yo reivindico hoy a todas las víctimas. A todas. También a los hijos, padres, hermanos, que sufren esta violencia para que trabajemos en terminar con ella.

No sirve de nada dar nombres, algunos desconocidos, algunos no facilitados, algunos escondidos con vergüenza, cuando una sola persona ya merece que todos los ciudadanos nos pronunciemos contra su asesinato. Estoy de acuerdo en analizar el tema y repudiarle, pero casi nunca oigo debates a fondo contra esta lacra que nos afecta y nos salpica a todos.

Porque las rosas, las lágrimas, los discursos bonitos que caen en el olvido junto con la tierra de sus tumbas, no devolverán la vida ni la esperanza en la raza humana a nadie y menos aún a las mujeres sin nombre que cometieron el error imperdonable de enamorarse de sus asesinos: gente normal para sus vecinos, gente que aparentemente es como cualquiera de nosotros.

Un hombre solo, una mujer,

así tomados: de uno en uno,

son como polvo, no son nada.

Hagamos, entre todos, que todos juntos y uno a uno, seamos algo: seres humanos … vivos y libres.

Ana Roncero.

2 comentarios

En el camino -

El poema es una maravilla. ¿Por qué no lo pones entero?
Saludos.

Dinosaurio -

Es una protesta muy cierta y muy bella la tuya. Un esfuerzo que se nos olvida constantemente que tenemos que seguir.
Un beso.