La vida vencerá (también en Navidad).
Blas de Otero en:
En nuestro occidente llamado "cristiano" la Navidad es una fiesta de alegría y buenos deseos (más o menos forzados y ortopédicos) aunque, en realidad, a muchos nos produzca más pena que gloria; y si no, que se lo pregunten a los gallegos.
Debemos de tener en cuenta que para cerca de 4.000 millones de personas en todo el mundo, esta fiesta nuestra (que, sin embargo, marca el fin de un año y el comienzo de otro en casi todo el planeta), no significa nada. No me refiero a los chinos, los hindúes, japoneses, africanos o judíos. Sólo voy a recordar en estas fechas a los 1.200 millones de munsulmanes y dentro de ellos a los 400.000 saharauis de uno y otro lado del muro marroquí "defensivo", y dentro de ellos a los 200.000 saharauis de los campamentos de refugiados de Tinduf, y dentro de ellos a los 50.000 niños y niñas a los que, sin ser cristianos, les gusta mucho el turrón español pero que ahora mismo no tienen ni patatas para sembrar ni para recoger ni para comer. Ni patatas ni casi nada y, encima, han visto reducida su dieta al 20% de lo ya de por sí poco que comían allí.
Es decir, que están pasando hambre aunque sus madres se quiten de comer ellas para darles un poco más. Pero es que un poco más de casi nada sigue siendo muy poco.
No puedo dejar de recordar todo lo que en nuestro primer mundo despilfarramos y lo tontos e importantes que nos ponemos en casi todo y por todo cuando, no hace tanto, éramos un país de postguerra y emigración del que teníamos que salir para poder trabajar y comer y salir adelante. Y más adelante tuvimos que compaginar la emigración con los pluriempleos, también para poder salir adelante.Por eso soy partidaria de la recuperación de la memoria histórica en todos los sentidos, también en éste de recordar para que no nos vuelva a pasar lo que nos pasó ni tener que volver a pasar por lo que pasamos.
Para que no nos pase nunca lo que a los saharauis, que les echaron de su tierra y de sus casas hacia el desierto más cruel y ahora pasan cada vez más hambre.
Tampoco puedo olvidar en estas fechas a las mujeres maltratadas para las que la Navidad es un poco más del mismo terror cotidiano o, en el mejor de los casos, una breve tregua.
Pero no quiero terminar así con tanta amargura y desesperanza como la realidad parece empeñada en transmitirnos. Yo quiero pensar que, entre todos, podemos ayudar a suavizar el dolor y el hambre del mundo (de todos los mundos de este mundo). Porque, como dijo Blas de Otero en uno de sus magníficos poemas:
“Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré como un anillo al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra”.
Y yo pienso que por muy terrible que sea la realidad algunas veces, la vida vencerá, estoy segura.
Ana Roncero.
Ávila, 17/12/2.002
Publicado en Ávila Red el 18/12/2.002.
2 comentarios
hipotecas -
¿Qué es la Navidad hoy en día? ¿Celebra alguien la Navidad sensu stricto? ¿Qué queda de la Navidad cristiana en la España de hoy?
Yo diría que poco, casi me atrevería a decir que nada. Para empezar, la celebración del nacimiento de Jesús es algo que ha quedado relegado a las icónicas representaciones de los preceptivos portalitos de Belén de los mercadillos de Navidad. Su significación como un supuesto hecho religioso trascendente ha desaparecido. El personaje de Jesús se ha mezclado y ha caído por debajo de otros personajes, mucho más divertidos, como Papa Noel (Santa Claus), Rudolph el reno de la naríz roja, o los caganers del príncipe y de la Leti. La tradición religiosa se ha disgregado en sus componentes más folclóricos, ya sean autóctonos o importados, los villancicos, las decoraciones, las comidas y la juerga.
Supongo que esta banalización crea una honda preocupación entre los cristianos practicantes, pero yo creo que es una muestra más de la total desconexión con la religión que tiene una gran mayoría de la gente. Aunque la Iglesia se empeñe en indicar que una abrumadora mayoría de la población sigue siendo católica, la realidad es muy distinta. Puede que sobre el papel haya muchos millones de católicos, pero realmente son muy pocos, poquísimos.
Carlos Menéndez
Dinosaurio -
Ahora, dicen que, todos los tiempos son duros, pero creo que a él sí que le tocaron tiempos duros.
Besos.